lunes, 7 de octubre de 2013

El caos persistente: El Embarcadero



El pasado, el presente y el futuro son uno, todos contenidos dentro de un único espacio, todo lo que sucede, sucedió y sucederá es real. En esta situación nos encontramos con un hombre marcado por una imagen, por un recuerdo, por una profecía, por un don y a la vez una maldición que lo condena eternamente como a Sísifo en el mito griego. 

El embarcadero ("La Jetée") es una obra fractal, una demostración de la profunda compresión a la que puede llegar el ser humano de las intrincadas formas del tiempo, plasmada en una serie de fotografías junto con audio artísticamente conectadas en un sistema inestable, el caos llevado al séptimo arte. 


miércoles, 2 de octubre de 2013

El caos persistente, el tiempo como fractal.



El tiempo es un fenómeno mucho más complejo que la sucesión lineal de acontecimientos que percibimos los seres humanos, es una estructura tan inmensa como el universo en el que habitamos, pero su tamaño es inimaginable, al cosmos se lo puede poner en escala, en perspectiva, ser analizado para digerir más fácilmente la enorme cantidad de información puesta a nuestra disposición por su estudio y observación. Con el tiempo, en cambio, es mucho más difícil sintetizar su estructura, o generar una comparación que nos permita entender su verdadero tamaño, ni hablar de su funcionamiento y de cómo su transcurso  afecta todo. Con la intención de analizar el fenómeno temporal, entenderemos como la física y la química han interactuado con el caos, desde un fenómeno muy poco conocido (y entendido), la formación de estructuras inestables.

Desde su etimología, el concepto de estructuras inestables es caótico, pues en él se encuentra una contradicción: una estructura es estable, firme, una base sobre la cual se asientan otros fenómenos o entidades, pero las estructuras inestables nacen del caos, de la aleatoriedad influida por un continuo influjo de material desde una fuente exterior a la estructura, pero esta aleatoriedad mientras se acerca a un estado de entropía máxima (es decir, un estado donde es imposible saber dónde se encuentra cada objeto del sistema en cuestión) se genera un patrón, que se repite constantemente hasta que el influjo exterior se agote, es la orden a partir del caos.

Un ejemplo cotidiano de este tipo de estructuras es el proceso de ebullición, utilizado miles de millones de veces a diario en todo el mundo, y aun así una asombrosa demostración de cómo se sostienen el tiempo y el espacio en funcionamiento.  Cuando en un recipiente lleno de un líquido, creamos una diferencia en la temperatura de la parte superior (más alejada de la gravedad) y la inferior, con un influjo continuo de calor en el exterior, lentamente las partículas vibran en mayor y mayor disparidad, llegando rápidamente a un caos, que lentamente forman un patrón hexagonal en la base del recipiente, en el cual las moléculas de líquido caliente suben a la superficie del recipiente y las moléculas frías descienden, creando una espiral constante que continua formándose mientras exista el influjo exterior.

De la misma manera, y al igual que muchos otros sistemas, el tiempo funciona a través de un constante caos del cual se desprende una estructura, pero en el influjo exterior del cual se alimenta es enorme, pues en cada momento que una partícula entra en la entropía máxima, se crea caos en el tiempo, formando constantes espirales, las cuales a su vez contienen otras espirales, un proceso que se repite infinitamente, se dibuja un fractal.



Un fractal es una figura geométrica que se contiene infinitamente a sí misma, el tiempo se contiene infinitamente a sí mismo, así como en diversas dimensiones todo mundo es posible, cada decisión que tomamos, por minúscula que sea, añade entropía al sistema, es decir, todo tiempo posible es, fue y será. Como una hebra de lana que se deshilacha infinitamente, el tiempo se divide en infinitas espirales, que como estructura inestable, fluye más allá de la linealidad concebible por los humanos.